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Sacrificio: ¿cumplimiento de una misión?

Los tiempos han cambiado y los sacrificios de hoy no son como los de antes… Los de antes, sí que eran sacrificios.


En efecto, el concepto de sacrificio ha evolucionado significativamente, desde los rituales nativos antiguos hasta la cultura contemporánea, pero la idea central de ofrecer algo valioso para obtener un bien mayor, individual o colectivo, o para apaciguar una fuerza superior, aún persiste.


No cualquier “cosa” podía ofrecerse como víctima propiciatoria. Antiguamente quien era entregado al sacrificio debía cumplir ciertas características:


Debía ser un Rey: En situaciones críticas, como desastres naturales o crisis sociales, se creía que el sacrificio del Rey podría apaciguar a los dioses y restaurar el equilibrio. De ahí que, en el cristianismo, por ejemplo, un Rey debió ser sacrificado para “quitar el pecado del mundo”. Esto no era nuevo en los tiempos de Jesús, ya se practicaba desde muy antiguo entre los escitas, los germanos, los escandinavos…


Otro requisito era la pureza moral y física: Tanto hombres como mujeres, debían ser castos, vírgenes, sin defectos físicos. Esta perfección se entendía como un reflejo de su aptitud para representar la totalidad o la integridad del colectivo, además, lo perfecto (dios) solo debía recibir a lo perfecto (humanos o animales puros). El cordero recién nacido era un símbolo de esto.


Otra característica del futuro chivo expiatorio era estar asociado a un acontecimiento histórico mitológico. Frazer señala que, en muchos mitos y rituales, la víctima humana podía encarnar a un Dios o un héroe (como el hijo de Dios) cuya muerte es necesaria para alcanzar el perdón o la renovación de la vida. Aquí había una analogía con el ciclo de muerte y renacimiento en la naturaleza.


Antiguamente, para quien estaba involucrado con el legado cultural del sacrificio, representaba la máxima expresión de su compromiso con los dioses y con la comunidad. El sacrificio definía la calidad de su alma, su conexión con lo divino, y era una fuente de orgullo y reverencia para su clan.


Hoy sucede casi lo mismo. Y digo “casi”, porque hoy los dioses son otros: estos son el trabajo, la familia, la patria, la posición social.


Estos nuevos dioses no exigen la muerte del cuerpo, exigen su tiempo, que es otra forma de drenar paulatinamente su energía vital. Esto ahora es totalmente aceptado, y las recompensas morales y la admiración, son las consecuencias inmediatas del sacrificio en nuestra cultura: El contexto social occidental lo valida, siempre que exista una sintonía de creencias entre el individuo que se sacrifica y sus testigos inmediatos.


El asunto es cuando hay un desfasaje, cuando no hay una sintonía entre quien se entrega al sacrificio por unas creencias en particular y su entorno social inmediato, por ejemplo, su familia.


El conflicto verdadero emerge cuando se produce un desajuste en la energía del compromiso, cuando la pasión y la dedicación de quien se sacrifica no encuentran eco en su entorno más cercano, como en su familia.


Esta falta de armonía entre las creencias y la intensidad con la que se viven puede generar una desconexión profunda, donde el sacrificio personal no es comprendido ni valorado en su justa medida desde el enfoque del individuo que anhela sacrificarse.


Si alguien entrega su vida a una creencia religiosa, política o cultural que no es compartida por su círculo cercano o no es vivida con la misma intensidad, el conflicto estalla.


Esa persona se siente como un incomprendido, lo observan como una desequilibrado, alguien que no valora a su familia, su comunidad o los logros que ha alcanzado en su vida. Se dice que "ha perdido el rumbo", que ha dejado de ser "normal".


Es contradictorio cuando en el seno de algunos grupos místicos se pregona el cuidado de la familia, pero al mismo tiempo se premia y estimula el sacrificio para el cumplimiento de un objetivo, donde “el amor a la misión” se superpone al amor de las personas más cercanas.


Participa de nuestra charla sobre “Sacrificio: ¿cumplimiento de una misión?” en una reunión vía zoom. Será el sábado 28 de setiembre a la hora 19:00. Para recibir el enlace de WhatsApp ingresa a nuestro grupo de Planeta Mágico: https://chat.whatsapp.com/GALW3bBXGk4FYTUz609Wo3

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