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La anunciación

La nave laboratorio y el “árbol de las almas”

(Extracto del libro “El advenimiento”)

“La anunciación fue una obra realizada por el pintor toscano Fra Angélico, sobrenombre de Guido di Pietro da Mugello (1400-1455).


Remite a dos escenas bien importantes de la Santa Biblia, la expulsión del ser humano del paraíso y la anunciación de la venida del “Hijo de Dios”.

En ambas escenas observamos un ángel que quizás a simple vista creamos que se trata de ángeles distintos, debido a nuestra noción finita del tiempo, pero es exactamente el mismo, se trata del arcángel Gabriel.


Vamos a detenernos en la escena del paraíso. Según las creencias judías existe en el Edén un “árbol de la vida” o “árbol de las almas”, este árbol tiene la propiedad de “florecer nuevas almas”, las que caen en el “Guf” o “cámara del tesoro de las almas”.


En el paraíso, Gabriel mete la mano en el Guf y saca la primera alma que encuentra. Entonces Lailah, el ángel de la concepción, cuida del embrión hasta que nace. Esto nos recuerda a la versión extraterrestre del nacimiento del ser humano en una nave laboratorio, aún hoy ubicada en una región de la Antártida (ver web).


En esa nave laboratorio, un ser humano con una esencia originaria del planeta Tierra, habría sobresalido de entre todos transformándose en el “Maestro del círculo” o “Maestro de Galilea” (Galilea proviene de “Galil” que significa círculo) quien más tarde sería “Jesús de Nazaret”. Pero continuemos…

De acuerdo con la versión judía, el “árbol de las almas” produce todas las almas que existen y que existirán, y cuando la última de las almas descienda, el mundo llegará a su fin.


De acuerdo con el Talmud, el Mesías no retornará hasta que todas las almas hayan salido del Guf para habitar cuerpos físicos. ¿El retorno del maestro será la consecuencia directa del despertar colectivo de la humanidad? Observemos la escena de la anunciación…


El ingeniero genético, ha realizado un seguimiento exhaustivo del proceso evolutivo del “Maestro del círculo” y anuncia la culminación de la segunda fase de dicho proceso a María, (la primera fase ocurrió en la nave laboratorio) quien sería inseminada artificialmente: Veamos un haz de luz que parte de un objeto luminoso que está presente desde los tiempos del Edén hasta el anunciamiento.

María ostenta dos elementos muy interesantes, un libro y un halo circular donde se aprecian 14 puntos, la clave del retorno (Ver Mateo 1:17).


En particular, el libro, se halla en la mayoría de las obras donde se anuncia el nacimiento de Jesús, también lo encontramos en la lámina número 2 del Tarot, “La sacerdotisa”.


En una experiencia xendra vivida en el año 2001, pude observar al arca de la


Alianza y como en su interior había un cristal que almacenaba, a modo de disco duro, el proceso de desarrollo genético del Maestro del Círculo desde su nacimiento en la nave laboratorio, hasta el momento de la trascendencia. ¿En el libro de la virgen, estaría la información relacionada al mencionado proceso evolutivo?


Pero más allá del fenómeno, ¿Qué podemos manifestar sobre esto? En el budismo se enseña que la resistencia es la causa del sufrimiento. La felicidad, en cambio, emerge cuando vivimos en un estado sin tanta retención ni rechazo, en definitiva, cuando vivimos en nuestro centro.


“Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. (Génesis 3:4-6)


El consumo del árbol del conocimiento del bien y del mal, implica indefectiblemente la construcción del ego, la individualidad que pretende tomar la vida por la fuerza y grita desde adentro “¡yo soy dios!”.


Desde la “posición de dioses” nace la “conciencia moral” que comienza a etiquetar a “los buenos” y a “los malos” desde la subjetividad y la ignorancia de los procesos individuales y colectivos, brota la discriminación. Aquí comienza la batalla: cuanto más nos queremos acercar a dios, más nos alejamos de él. Pero esa es otra historia…


La clave del retorno tiene que ver, —además— con nosotros, significa retornar a la fuente, donde no se pretende ser dios, sino simplemente humanos, precisamente esa es nuestra mayor virtud, —a pesar de haber sido creados “poco menos que un ángel, pero para sentarnos a la diestra de dios”—.


La humildad y la sabiduría se expresan en la comprensión y gratitud con las oportunidades que presenta la vida, sabedores de que no hay personas mejores o peores. La verdadera “maestría” consiste en vivir en la práctica sin sumar la sombra individual a la sombra de la existencia de un dios que discrimina el bien y el mal desde el narcicismo humano.


La humildad y la sabiduría del retornado, consiste en bailar con lo que hay, abrazando lo impredecible, a sabiendas de que nada es permanente.

-Pero las implicancias que tuvo la caída —descrita en el Genesis—, tuvo implicancias inesperadas. Continuemos…”


Extracto del libro “El advenimiento: las claves del retorno”


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