Hay maestros

Cultivar y cultivarse

Fría, intangible, mágica y real: Así era la niebla formada por millares de microscópicas partículas de agua, desprendidas del arroyo, a unos pocos metros de donde nos encontrábamos. Lo único que nos mantenía calientes en esa noche era lo humano, misterio y calor casi inaccesible para las jerarquías fuera de este mundo. La luna impregnaba de luz a la niebla, el arroyo, la arena y nosotros, haciendo del ambiente algo más mágico aún. O... ¿sería acaso que lo mágico estaba en nuestro interior?

Sí, ¡esa era la clave y la fórmula! La magia existirá siempre que exista un Ser Humano sobre la tierra. Si existe magia interior, la magia exterior se hace tangible, y eso es por que el ser humano tiene el potencial de reflejar su interior en el exterior. Y a través de ese fenómeno: magnetiza, crea, crece y hace crecer.

Pero existe una ley inexorable desde el punto de vista espiritual y mental, y es qué solamente se puede dar lo que se tiene, solamente se puede compartir aquello que se posee. Esa misma ley es de aplicación inversa: el espíritu y la mente sólo pueden recibir aquello de lo que carecen. Y precisamente éste es el principio de la evolución.

Se evoluciona gracias a estos dos factores, por un lado la carencia, y por el otro lado el elemento aportado que la llena, que la satisface, transformando la carencia en experiencia.

“Se moldea la arcilla para hacer la vasija,

pero de su vacío

depende el uso de la vasija.

Se abren puertas y ventanas

en los muros de una casa,

y es el vacío

lo que permite habitarla”

Tao Te King - Lao Tse

Existen dos elementos fundamentales que conducen a la evolución: El razonamiento o el encuentro con la experiencia. Tanto un elemento como el otro conducen a la toma de conciencia de una realidad que antes no se palpaba, y que ahora se logra vivenciar, esto es el resultado de un proceso de aprendizaje.

La asociación de ideas es la vía que podría ser menos dolorosa, y al mismo tiempo, es la vía en la cual podríamos contar con un mayor apoyo de terceros, como es el de un maestro, un guía etc. Para que haya evolución, este binomio debe poseer, por un lado, un aprendiz con la necesidad de cultivarse, vacío, abierto; y por el otro, un Instructor con las semillas adecuadas para cultivar en su aprendiz.

La ley de progreso por el esfuerzo es inevitable, y en la medida en que el aprendiz pueda encontrar sus vacíos, -en la línea que deba perfeccionar, también apoyado por su Instructor- podrá llenarlos, enriquecerse, crecer, evolucionar. Ahora bien, ¿el proceso de cultivar y cultivarse es unidireccional, fluye solo en la dirección Instructor - Aprendiz?

Convengamos en primera instancia que cuando alguien llega a su Instructor, nunca está totalmente vacío, es decir, posee los elementos internos necesarios para nutrir la semilla que el Instructor, o la vida misma, depositen en él.

Esto hará germinar la semilla, resultando todo este proceso en experiencia, y más adelante en sabiduría. El Instructor observa este proceso de crecimiento, de evolución del aprendiz, y esta observación redundará en nuevos aprendizajes para él. Se produce entonces un retorno, lo que el Instructor entrega, es devuelto, al fin y al cabo, en nuevas experiencias.

Como resultado de esto, observemos estos puntos sobre el proceso de evolución:

1- Es compartido.

2- Por lo tanto, es responsabilidad de todos los involucrados.

3- El binomio Instructor – Aprendiz no es rígido, sino dinámico.

Evolución: ¿Individual e intransferible?

La vieja premisa declara que la evolución es individual e intransferible. Por supuesto, nadie puede hacer evolucionar a nadie a través de la imposición, y por otra parte, los procesos de aprendizajes no impactarán de igual manera en todos. Pero a pesar de esta realidad, existen las corrientes magnéticas generadas por aquellos seres que se encuentran en procesos evolutivos conscientes. Estas corrientes magnéticas “arrastran” en mayor o menor medida, a todos aquellos que se encuentran en su radio de acción, sean conscientes o no, de estas influencias espirituales.

Ciertamente, la “velocidad” del proceso evolutivo, depende de lo consiente o no, que esté el individuo, por lo tanto, también de la voluntad que éste ponga en juego para desarrollarse. A pesar de esto, siempre existirá una influencia positiva mínima, ejercida por el proceso evolutivo de un Maestro.

Aquí, lo de individual e intransferible, comienza a perder consistencia, en la medida en que profundizamos y ampliamos los conceptos; y mas aún, nos responsabiliza a todos de la evolución de todos.

Algo más debemos aprender de los guías extraterrestres, y es precisamente esto: nunca han intentado que los confundiéramos con maestros. Desde el punto de vista del saber, la palabra Maestro sitúa a la persona que manifiesta esa calidad, en una condición superior a la de sus alumnos; el maestro es el que enseña. Mientras que el guía es el conductor, encontrándose en una situación paralela a la del aprendiz.

Desde el enfoque del alumno, la lección del Guía, es tomada como una observación que puede tomarse o no en cuenta; mientras que la misma lección dada por un Maestro, debería ser asimilada como una enseñanza, se hace más necesario aquí, acatar.

A pesar de esto, tanto el guía, como el maestro, o el instructor, evolucionarán junto con su aprendiz, aunque no siempre a la misma velocidad. Ahora bien, no siempre es la misma oca la que vuela adelante, ni siempre es el mismo conductor el que lleva la carreta día tras día. Si esto fuera así, el cansancio de la oca que lleva la delantera retrasaría el vuelo de las demás, igual que el cansancio del mismo conductor retrasaría el itinerario de los viajeros. Y desde el punto de vista evolutivo esto no está permitido por la ley de equilibrio y ritmo universal: No siempre la cuerda del arco puede mantenerse con la misma tensión.

Caminar, implica: que si un pie guía al otro, éste tarde o temprano, deberá estar atrás, para después ser guiado. “Los postreros serán primeros, y los primeros postreros”, esta dinámica pertenece a un Ritmo inevitable.

Vemos en este ritmo inevitable la posible concreción del plan cósmico, en el que el Ser Humano, en algún momento, puede llegar a ser Maestro de sus propios Instructores cósmicos. ¿Pero que sucede, no a nivel cósmico, sino a nivel planetario? ¿Es posible que, aquí en la tierra, un aprendiz pueda superar a su propio instructor o maestro? Bueno, uno de los objetivos del Instructor debería ser éste: Desarrollar al máximo los potenciales de su aprendiz, inclusive sabiendo que éste pueda superarlo en algún momento. Es humilde y sabio aquel instructor que aplique este precepto. ¿Pero que implica esto?

Implica que el instructor debe instruir de manera que su aprendiz en algún momento de su proceso evolutivo sea autosuficiente, independiente, critico y autocrítico, de los procesos y factores internos y externos en los cuales se desarrolla. Si anhelamos evolucionar, no debemos permitirnos la dependencia permanente del aprendiz al Instructor.

El instructor debe estimular en el aprendiz:

1- El espíritu de Amor y Humildad.

2- De independencia

3- De investigación.

4- De análisis.

5- De critica y autocrítica constructiva.

6- De autosuficiencia.

7- Con respecto a sus errores, debe estimular la osadía y la prudencia. Pero también la capacidad de reconocerlos y hacerse cargo de ellos.

Como vemos, en cuanto trabaja con espíritus mas que con personas, la tarea del instructor o maestro no es sencilla; por lo que, a lo largo de la historia de la humanidad, los grades instructores siempre han contado con muy pocos discípulos directos, buscando mas bien potencial humano, antes que cantidad de adeptos.

Y mientras el viento de la madrugada hacía susurrar a los árboles y el arrollo, en esa madrugada fría y cálida por lo humano, llegó el momento de despedirnos. Y nos comprometimos una vez más en comenzar de nuevo, como tantas veces...

Dedicado a la Maestra que me enseñó la magia de la vida.

“Hay maestros que dejan a sus alumnos, alumnos

para toda la vida.” Carlos Vaz Ferreira, Uruguayo.