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Foto del escritorEduardo R. Viglioni

El espíritu del árbol de la Navidad

Mientras que algunos lo armaron el 1 de diciembre (día de Adviento), otros lo armaron unos días después, el 8 de diciembre (día de María como la Inmaculada Concepción). Lo cierto es que la navidad no sería la misma sin un “arbolito de navidad”.


No voy a mencionar lo relacionado al árbol navideño con la Kabbalah ni los Sefirot, pero voy a mencionar sus orígenes primitivos, orígenes en los que el ser humano era Uno con la naturaleza y sus ciclos; orígenes en los cuales el pensamiento humano emergía a la consciencia universal en una relación directa con esta, sin intermediarios.


Las primeras celebraciones del solsticio de invierno se remonten a la prehistoria, cuando nuestros antepasados eran cazadores-recolectores y dependían completamente de los ciclos naturales para sobrevivir.



Así es, mucho antes de la llegada del cristianismo, diversas culturas festejaban el solsticio de invierno, el día más corto del año. Se creía que en este momento se marcaba un renacimiento y se ofrecían ofrendas a los dioses para asegurar una buena cosecha.


Eran tiempos antiguos, en los que el ser humano, (“primitivo” tecnológicamente pero muy evolucionado en cuanto a la consciencia de su vínculo con el hábitat) consideraba que los elementos de la naturaleza, como montañas, ríos, los animales, los árboles, estaban dotados de vida y consciencia, y que esta vida–consciencia se relacionaba con él de diversas formas. (Esto se define como animismo)


Entre los Germanos teutónicos (habitantes de un territorio europeo que actualmente forma parte de Alemania) la denominación actual de “templo”, estaba conectada con la idea del bosque como santuario, y junto con ello, el culto al árbol. Esto no fue distinto en las comunidades nativas americanas.


Ya entre los Celtas, los Druidas le rendían culto al roble, en la mitología egipcia, Hathor, era conocida como la "Dama del Sicomoro" y se consideraba que el árbol ofrecía alimento y sombra a las almas de los difuntos en el más allá. ¿Sería este el sicomoro mencionado por Jesús…?


Para los antiguos, dado que el árbol poseía consciencia, tenía un espíritu que lo caracterizaba. Para otras culturas en cambio, el árbol no es un cuerpo en unidad con un espíritu, sino que era la morada de un espíritu elemental que podía entrar y salir a voluntad de su “hogar”.


En definitiva, en las tradiciones paganas, el árbol significaba abundancia. Por

ejemplo, en el siglo XIX en el Northamptonshire (Inglaterra) colocaban un árbol adornado con flores para atraer la abundancia de las cosechas.


Los árboles que conservaban sus hojas durante el invierno (pinos) eran considerados símbolos de vida eterna, por lo que se decoraban con frutas, velas y otros objetos como ofrenda.


Así, el árbol se convirtió en un símbolo de la vida eterna y se decoró con elementos que representaban el nacimiento de Jesús, como manzanas (pecado original), velas (luz de Cristo) y estrellas (Estrella de Belén).

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