La Biblia no proporciona una fecha exacta para el regreso de Jesús, lo que ha llevado a diversas especulaciones, movimientos proféticos y profetas sin movimientos, a lo largo de los siglos.
De lo que sí podemos estar seguros es de que cualquier momento conflictivo a nivel mundial es propicio para el retorno de Jesús de acuerdo con las revelaciones: desde guerras mundiales, el acercamiento de peligrosos asteroides, catástrofes climáticas, epidemias…
Definitivamente el “final de los tiempos”, al final, son los últimos estertores vitales de cualquier organismo y en cualquier momento, como extinción, como transformación, como apocalipsis.
En efecto, nuestro planeta en más de una oportunidad se ha encontrado al borde del precipicio, y es posible que estos episodios se repitan, pues los riesgos son inherentes a la vida misma.
Si bien Jesús abrió una puerta muy ancha para su retorno en cuanto a interpretaciones, una cosa es clara, cuando llegue, no se llamará a sí mismo como Jesús o como Cristo. ¿Por qué?
Porque de hecho estaría atentando en contra de su propósito en su segunda llegada, lo dejó muy claro hace 2000 años:
“Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. (…) Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.” (Mateo 24:5-31)
Es más, su venida, –si es que ya no vino– será totalmente imprevista “como ladrón en la noche”, y el asunto, es que ni sus amigos se enterarán por él mismo de su identidad, de manera de poder evitar el señalamiento.
Entonces, no hay opción, aquí no hay espacio para trastornos delirantes ni delirios de grandeza. La única opción si te topas con Él es “sentirlo”, te será totalmente inconfundible, no basado en afirmaciones humanas.
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